Este relato está inspirado en una historia real.

Don Gustavo tiene tres hijos, el mayor de un matrimonio anterior, los otros dos con su actual esposa, doña Esperanza. Gustavo se hizo a pulso, nació de una familia de 15 hermanos en un pueblo de provincia. Desde pequeño entendió el valor del trabajo y la necesidad de estudiar para salir del atraso y forjar un mejor futuro, y así lo hizo.

A punta de trabajo en el campo, para ayudar a su familia pero de sobresalientes notas, obtenidas con esfuerzo y estudio a la luz de una vela, logró ser el mejor bachiller y viajar a la capital para estudiar en una buena universidad.

Siempre leal a su familia y a sus hermanos, a medida que fue haciendo contactos en la ciudad, fue trayendo poco a poco  algunos de ellos y los fue ubicando en trabajos buenos y estables, proporcionando algo de bienestar adicional a su extenso núcleo familiar. Los padres quedaron en el terruño, bien acompañados y cuidados.

Poco antes de graduarse Gustavo vio una oportunidad. En un aviso de periódico se anunciaba la venta en bloque de modernos equipos de carpintería y la cesión del contrato de arriendo sobre la bodega donde funcionaba un negocio otrora exitoso y ahora en aprietos. Se apresuró a ir a hablar con el dueño y cerró el negocio con la cédula y un apretón de manos. Tomó prestado un dinero del padre de un compañero de estudios y financió el resto con un crédito del Banco de Crédito y Fomento.

Convenció a los antiguos empleados, carpinteros y operarios del negocio que permanecieran a su lado, en lo que sería el resurgimiento de la empresa. Lo logró con éxito.

Años más tarde su negocio se consolidó como una importante carpintería de muebles para farmacias, auditorios, teatros y bibliotecas. Su nicho, pocos pero sólidos clientes que hacían licitaciones privadas que siempre ganaba por estar el enfrente al proceso de cotización y planeación de los proyectos. Su equipo hacía el resto. Nunca tuvo que dar, ofrecer nada a cambio de los negocios que cerraba, o hacer algo diferente a cotizar con seriedad para ganárselos.

Su hijo mayor vivía fuera del país, su otros dos hijos en la misma ciudad, pero alejados del día a día del negocio.

A los 73 años Don Gustavo tuvo un infarto que lo mantuvo alejado de sus asuntos durante varias semanas. El proceso de recuperación fue complejo, pero su vitalidad, deseos de vivir y salir adelante, junto con un riguroso plan de ejercicios y dieta lo pusieron de nuevo en el campo de batalla rápidamente.

Aprovechando una visita del hijo mayor, citó a su esposa y a sus hijos en un restaurante de la ciudad, pidió un apartado o espacio reservado y les pidió ser puntuales.

Don Gustavo nunca fue de lujos o de excesos, de hecho sus viajes anuales a la costa los hacía en bus, con tal de no tener que manejar y de disfrutar mejor el paisaje, decía. Sin embargo esa noche hizo una excepción, el restaurante era elegante y pidió con anticipación un menú de degustación presentando por el chef del restaurante acompañado de buen vino.

Doña Esperanza rompió el hielo, la situación no era normal y poco común ver a la familia reunida en un espacio tan sobrio, especial y elegante. Les pidió tomarse de las manos y fieles a una firme convicción religiosa, hacer una oración de acción de gracias por la salud del padre, todos lo hicieron y agradecieron con fervor.

Siguieron las anécdotas y chistes en torno a los sucedido y al proceso de recuperación que por la angustia misma del momento no habían podido darse. El tener al hijo mayor en la ciudad y a la familia reunida en un ambiente diferente, hizo que todo fluyera. Cada uno tuvo la oportunidad para hablar, la familia no conversó, dialogó.

Al finalizar el plato fuerte, llegaron los postres en gran variedad y fastuosa presentación. Gustavo todavía en medio de la obligada dieta de recuperación probó algunos de ellos, pero dejó que los demás los acabaran.

Esperanza, usualmente callada y discreta tuvo la oportunidad de hablar y compartir sus emociones, fue una cena especial.

El plato fuerte

Más allá del momento descrito, el plato fuerte lo ofreció don Gustavo al solicitar la atención de todos y hacer la siguiente pregunta : ¿ Que hubieran hecho ustedes si yo me hubiera muerto ?

Pero no fue una pregunta suelta, sin propósito ni significado, fue una pregunta seria y con un objetivo particular. Le solicitó a Esperanza tomar la palabra, quien lo hizo en medio de sollozos y llantos, pero quien logró como a lo largo de la cena expresar sus ideas y sentimientos como pocas veces lo había podido hacer en más de 35 años de matrimonio.

Esperanza : “Mijo, mi gran temor siempre ha sido la soledad, no saber que hacer sin usted a mi lado”. Esperanza manifestó haberse sentido siempre tratada como una reina,  encerrada en un castillo y relegada, por alguna razón a las labores exclusivas de la crianza y el hogar. Con el paso de los años fueron pocas las oportunidades que tuvo para sobresalir como persona, como miembro de familia o como parte de una comunidad, ya sea del colegio de sus hijos, del club o del círculo de amigos. Su refugio fue siempre en el hogar, con la misión de tener todo impecable, cuidar de los hijos, incluyendo del hijo mayor de Gustavo a quien consideraba genuinamente como propio. Se preocupó por ser una leal y fiel esposa.

Siento, prosiguió Esperanza, que luego de hacer el duelo y consolar mi tristeza tendría rabia de no haber hecho otra cosa con mi vida, quedando viuda a los 59 años. Se que fue importante haberme dedicado a los muchachos, pero hubiera podido sacar una carrera, vender algo, tener alguna actividad, hacer algún deporte, tener un hobby, un interés, una pasión, hoy no tengo nada de eso. Siento que más allá de escuchar sus temores e inquietudes, hubiera podido hacer algo para ayudarle con el negocio, o con las inversiones de la familia, que hoy desconozco. Mijo, yo no declaro renta, yo no se que tenemos, como lo tenemos, yo pido y usted me da, pero no se si somos pobres, ricos, o muy ricos. Usted habla del lote de Nemocón, pero yo no se si eso es un peladero o un proyecto de parque industrial. Usted habla de la señora María, del banco de Estados Unidos, yo no se si es que allá hay una tarjeta de crédito o fondos importantes.

El hijo mayor tomó la palabra, y con un abrazo agradeció la intervención de Esperanza. Papá, primer que todo doy gracias al cielo porque estamos juntos, y celebrando una nueva oportunidad de vida. Le cuento que yo me hubiera devuelto a Colombia inmediatamente a hacerme cargo con mis hermanos del negocio. Usted nunca nos hizo parte del negocio, y fue poco lo que nos dejó involucrarnos, más allá de un par de vacaciones en las que trabajé ayudando en asuntos menores, o de una feria cerca de donde vivo a la que lo acompañé. En esa oportunidad recuerdo que algo me contó usted del negocio y de los asuntos familiares, pero como diría Esperanza, yo pedía y usted me daba. Mis estudios en el exterior y la vida que he logrado construir con mi esposa e hijos allá se los debo a usted. Pero hoy por hoy lo que usted hizo es algo grande. Esa mano de empleados y familias que dependen del negocio, toda la finca raíz que se ha comprado, las inversiones en otros negocios, todo eso no se puede quedar sin un capitán, y sin un equipo. Usted no lo sabe papá, pero cuando le iban a hacer la segunda cirugía luego del infarto mis hermanos y yo hablamos seriamente de eso y tuvimos mucha claridad.

El hijo menor interrumpió. Carlos de tan solo 24 años, estudiante de ingeniería, tímido y retraído no podía ocultar la emoción. Papá, yo he estado estudiando ingeniería no se para que. Lo mío es la música, pero su visión de crecer y ser alguien en la vida siempre ha sido muy limitada. Limitada a estudiar una carrera de esas tradicionales y con las cuales uno sale a buscar un puesto en un millón, a ganar una miseria y a ser infeliz. Pero le he vendido dando gusto y en estos días le entrego el diploma. Mientras lo operaban yo hablé con mis hermanos, y me dio gusto hacerlo. De manera muy fría, pero siendo realistas armamos un escenario en el que Mateo como nos acaba de contar se regresaría al país a ayudar a hacerse cargo de los negocios. Yo les dije que mi función sería cuidar de mi mamá y ayudarle a montar un negocio, algo que la hiciera feliz y sentirse útil. Les dije que si me dejaban hacer el estudio de música que usted nunca me dejó hacer en el garaje, yo me quedaba en la casa y cuidaría de mi mamá. Le dije a mis hermanos que me involucraran en algo en el negocio, en una junta, en un comité, que me hicieran sentir útil, pero que no esperaran grandes cosas de mi parte. Soy consciente de mis fortalezas, pero también de mis debilidades.   

Gustavo Jr, el hijo de la mitad finalizó con su intervención. Padre, lástima que haya tenido que ser con esta alerta de su infarto que se haya tenido que propiciar este dialogo entre nosotros y que sea acá, ahora, luego de tantos años que estamos sentados hablando con tal nivel de franqueza y seriedad sobre el tema. Sobra decirlo padre, soy el único que conoce el estado de las cosas, el tamaño del patrimonio, los problemas del negocio, los retos. Soy el único que sabe que lo de Nemocón es un diamante en bruto, pero que hay que pulirlo y que el proceso costará un dinero importante. Soy el único que sabe, a diferencia suya, quienes son leales en la empresaria y quienes le tienen respeto de verdad. Pero usted nunca ha querido escucharme. Soy el que tuvo la iniciativa de traer al asesor de empresas de familia, al que usted escuchó con tanta atención, pero a quien usted subestimó y terminó echando por decirle cosas muy incómodas. Incómodas pero ciertas, como el hecho de que un negocio como el de la Carpintería valía por sus contratos y conexiones, más que por sus instalaciones y maquinaria. Por haberle planteado la posibilidad de valorar el negocio y conseguir un socio, por haberle dicho que era importante conformar una junta asesora, por haberle dicho que la gente se moría. Hoy más que nunca padre, creo que es importante que nos dediquemos a sacar este negocio adelante, pero juntos. Por fortuna Mateo no se va a tener que devolver, pero dele gusto a Carlos y deje que haga su maestría en Música, conformemos la Junta Asesora, saquemos a mi mamá de su castillo de cristal y permitamos que ayude en la empresa. Hagamos planes de carrera y estabilidad para los colaboradores leales y salgamos de aquellos que no lo son. Busquemos un aliado estratégico, salgamos de los pocos clientes y diversifiquemos. Analicemos lo de Nemocón con cabeza fría, y con la ayuda de expertos, no con el sesgo del cariño verdadero o del negocio soñado.

Más allá de haber reservado un lugar especial y pedido un menú de degustación, nada fue planeado o hizo parte de un libreto. Nadie tenía apuntes, o una agenda particular. Lo ocurrido esa noche fue tan solo uno de esos diálogos familiares que tristemente no ocurren en muchas familias empresarias.

Como llevar a cabo una transición pacífica que permita una participación acertada e inteligente de las siguientes generaciones.

Usualmente en los foros sobre Empresas de Familia, o negocios familiares, se exalta a aquellas personas que fundaron o han sido parte determinante en la creación y éxito de una empresa. Aquellas personas que han trascendido y han estado a la cabeza no solo de un negocio, sino de una familia, de un clan.

De la misma forma como se analizan historias y casos de éxito, se propicia el intercambio de información y relato de historias no tan exitosas.

Casos no de éxito sino de fracaso que sirven de señal de alerta, de aprendizaje o de lección para tener en cuenta y corregir el rumbo.

Lo reseñado a continuación hace parte de experiencias derivadas de la consultoria a familias empresarias y la asistencia a diversos foros sobre tehttps://rodrigolozano.co/wp-admin/post.php?post=1804&action=edit&classic-editor=1#savemas relacionados.

Valores y virtudes

Así como existen valores y virtudes que definen y caracterizan al empresario exitoso y al buen miembro de familia, existen defectos y valores negativos que señalan de manera clara el rumbo al fracaso. Los vivimos, los tenemos presentes, pero no los afrontamos, por temor, por pereza, o por la inexistencia de canales de comunicación, o espacios de dialogo apropiados que permitan tener conversaciones difíciles. Conversaciones difíciles pero encaminadas a un propósito sano y un objetivo loable, como es conjurar una situación, eliminar un riesgo y mejorar las posibilidades de éxito.

Liderazgo negativo

Tener autoridad es una cosa, saber ejercerla es otra bien distinta, pero sobre todo compleja. El Patriarca tradicional está investido de autoridad. Una autoridad dada por su condición de cabeza de un grupo familiar y como recompensa a por ser una persona exitosa, por haber llevado a buen puerto los negocios. Por ser un buen *“pater familias”.*

El Patriarca se ubica en el solio majestuoso de respeto y admiración porque los inspira genuinamente.

Mientras los hijos no han crecido ni se han formado, tanto académicamente como en criterio y carácter, todo lo que dice y hace el Patriarca es digno de admiración. Su autoridad le permite elegir a sus colaboradores cercanos y prescindir de aquellos que estorban, o no son útiles.

Un lider negativo prescinde de aquellos que cuestionan, critican y opinan de manera divergente con el jefe. Mientras los hijos llegan para opinar, o participar en el negocio familiar, al Patriarca hace lo que le place.

Cuando llega el momento

Llega el momento en que con o sin razón ciertas decisiones, la forma de hacer negocios o determinadas acciones son cuestionadas y revisadas por otros miembros de la familia, por los colaboradores y por los asesores que de tiempo en tiempo circundan a la familia empresaria.

Surge un punto de quiebre. Ejercer una autoridad con inteligencia, y reconocer que es necesario involucrar a más personas en los diversos procesos de toma de decisión y gerencia de la empresa, o ejercer una autoridad a lo “Aquí mando yo”.

¿Cómo lograr una transición adecuada?

Como dar paso a la llegada de opiniones de los demás? Como afrontar ese difícil momento donde todo lo que se hacia de manera unitaria y por designio de una persona, ya sea por su carácter, conocimiento o simplemente por su parecer, entra a ser cuestionado, validado o simplemente rechazado por otras personas.

Necesidad de un periodo de transición

Toda sucesión en la dirección debe estar precedida de un plan y de un periodo de de transición. Sin esto, el terreno está más que abonado a la improvisación y el camino será el fracaso.

Quien por años ha decidido dirigir al estilo “Aquí mando yo!” muy seguramente lo ha hecho porque así lo ha venido haciendo desde el principio, y porque las circunstancia se lo han permitido. También lo ha hecho porque es una de las formas más eficientes y satisfactorias de ejercer el poder para muchas personas. Sin validar este tipo de conductas, ni afirmar que sean positivas, el poder y la autoridad engrandecen a la persona. El respeto y el temor hacia el jefe máximo brindan amplios márgenes de maniobra. Ninguna decisión es cuestionada, se aplauden los éxitos y se guarda prudente silencia ante el fracaso.

Ser un lider único permite no tener que rendir cuentas ni dar explicaciones a nadie. Permite escuchar de manera selectiva los consejos, mientras se pontifica sobre los éxitos propios.

El proceso

No se trata de bajar a la fuerza al Patriarca de su solio o quitarle abruptamente su bastón de mando. Se trata de analizar de manera muy detallada, y ojalá con el apoyo de asesores externos la situación, los antecedentes y las condiciones para diseñar, implementar y ejecutar un plan de sucesión basado en las verdaderas posibilidades de llevarlo a cabo sin riesgo para la estabilidad el negocio y de la familia.

El proceso inicial con un diálogo a nivel familiar en el cual los hijos o sucesores deben transmitir un mensaje claro al Patriarca sobre su deseo de hacer parte de los órganos de dirección y decisión del negocio familiar. Si la iniciativa es tomada por el Patriarca, la señal es positiva. Si ante la iniciativa de los hijos el Patriarca genera resistencia la señal es negativa, pero se debe persistir.

Se insiste en que se trata de un plan, de un proyecto que puede tomar incluso años, por lo cual se debe actuar con base en un plan muy bien estructurado y de manera muy inteligente. No se trata de desbancar a alguien, se trata de generar las condiciones para una sucesión organizada sin riesgos para la familia y el negocio.

Habilidades y competencias

No todas las familias cuentan al interior de sus miembros con personas hábiles y competentes para llevar las riendas del negocio. Por su complejidad o por un sin número de razones, la permanencia del Patriarca en la dirección obedece simplemente a que no existen personas con suficiente capacidad y experiencia para hacerlo.

Habiendo identificado lo anterior, ya sea si existen o no las personas para hacerlo, es recomendable conformar un primer comité asesor de transición, o que por lo menos acompañe a la familia durante un par de años en conocer de cerca las intimidades entorno a la dirección y administración del negocio.

A este comité asesor, deben asistir los miembros de la familia y es el foro adecuado para iniciar las discusiones sobre temas estratégicos y de vital importancia como :

  • El plan estratégico a cinco años
  • La misión y visión de la empresa
  • Los principios y valores
  • Los órganos de dirección
  • La función de los propietarios
  • La estructura de propiedad
  • Los retos y amenazas del futuro
  • Discutir en un foro íntimo y confidencial estos temas, con el apoyo de asesores externos, gente cercana al negocio y a la familia es el primer paso para lograr un proceso de transición pacifico y tranquilo.

El matiz familiar

Recordemos que por su naturaleza las familias llevan consigo un pesado equipaje de vivencias y recuerdos que en diversas ocasiones impide que ciertas conversaciones fluyan de manera adecuada.

La presencia de externos en los foros de planeación y discusión permiten matizar las conversaciones y darles una orientación objetiva y orientada a soluciones.

Rigor

Ningún ejercicio de este tipo puede ser llevado a cabo sin disciplina y rigor, pero sobre todo sin el liderazgo firme y decidido de algún miembro de la familia que tenga no solo la capacidad de convocatoria suficiente, sino la paciencia y perseverancia para darle continuidad al proceso. Una persona que no se rinda ante el primer obstáculo, alguien que logre generar consenso entorno a las personas externas que habrán de acompañar a la familia en el proceso, alguien que pueda, con la ayuda de otras personas diseñar, ejecutar e implementar un plan.

En blanco y negro

Parte del rigor y de la disciplina que se requieren en el marco de un proceso de este tipo, consiste en la capacidad de dejar un registro escrito y cronológico de todo lo discutido y aprobado, de los avances y las dificultades, de los compromisos y de las acciones.

Juntar el material necesario para construir posteriormente los acuerdos, documentos y protocolos que permitan generar cohesión y exigibilidad frente a lo acordado.

La información es clave

Gran parte de las guerras y conflictos de la humanidad surgen con ocasión de dificultes en la comunicación y por falta de información. Este tipo de procesos surgen, en gran medida ante la ausencia de información previa que hubiera permitido llevar las cosas de manera diferente, o evitar tener que pasar por la etapa de transición.

La existencia de reglas claras y pre establecidas, de un protocolo de actuación y ejecución ante un evento cierto como la necesidad de llevar a cabo un proceso de sucesión en la administración y dirección en el mando facilitan mucho las cosas, pero tenga en cuenta que esto no se hace, se construye a través de un proceso.

No descarte, a medida que avanza el proceso, diseñar una especie de relatoría del proceso, un repositorio de información, un sistema para mantener a todo el mundo en la misma página y con la misma información. Para esto existen ayudas de tipo tecnológico como plataformas de colaboración vía web.

Ánimo y disposición

No todo el mundo tiene la misma capacidad y disposición para iniciar y hacer parte de un proceso como estos. Muy seguramente usted contará con el entusiasta, pero también con el saboteador, o el indiferente. Poner a un grupo de personas a pensar sobre este tipo de temas, en diferentes momentos de sus propias vidas, cuando sus metas y objetivos son muy seguramente divergentes y sus intereses naveguen por aguas diferentes, no es tarea fácil.

Busquen siempre un punto de partida común, algo que motive al grupo a iniciar el viaje. Señale el camino pero visualice el resultado, esto puede animar a su grupo.

Tenga en cuenta las capacidades y fortalezas del equipo, pero también sea consciente de sus debilidades y limitaciones. Haga sentir a todo el mundo útil, de acuerdo con lo que pueda aportar al proceso. Si alguien no quiere participar, dele la opción de no hacerlo, pero deje la puerta abierta y manténgalo informado (a través de la plataforma de información) con el fin de que si se siente motivado, pueda participar con energía renovada en el proceso.

En blanco y negro

Finalmente, todo lo que ocurra en medio de este proceso y la manera como esto habrá de concretarse e implementarse, debe quedar por escrito y ojalá conformar un ambicioso plan para ejecutar en varios años. Un documento con fuerza vinculante, que genere cohesión pero sobre todo sentido de pertenecía y ánimo de avanzar en el complejo pero fascinante mundo de la familia empresaria.

Se conoce al fundador de un clan familiar o de un grupo empresarial familiar como el Patriarca. Una figura respetada y venerada que tuvo la osadía de romper algún paradigma, lanzarse al agua y hacer empresa, o que simplemente tuvo las agallas de hacerlo. En muchos casos el Patriarca ha heredado la fortuna, pero tiene el mérito de haberla mantenido y haberla hecho crecer. El negocio del Patriarca, para ser recordado y haber dado de que hablar, es exitoso, ha conseguido un lugar respetado en el entorno y ha brindado riqueza y bienestar a sus empleados y a su familia.

Como buen Patriarca, y hombre de familia, junto con su esposa ha logrado consolidar un núcleo familiar sólido y unido, compuesto de varios hermanos que posteriormente se casan y se encargan de aumentar el tamaño de la familia extendida.

No toda familia es perfecta y habrán pequeños lunares, problemas y sobresaltos en el camino, pero nada insuperable que el amor, la unión familiar y el hecho de ser una familia acomodada no puedan solucionar. Cuando esto ocurre el Patriarca saca a relucir su capacidad y habilidad para afrontar la situación y darle una solución. La humildad también debe salir para solicitar apoyo y el trabajo en equipo, sabiendo rodar bien, es fundamental.

Además de riqueza, bienestar y beneficios a sus hijos y familias, la fortuna familiar ha alcanzado para darle buena educación a los hijos. Educación de calidad en universidades nacionales y del exterior. La fortuna crece a la par que se consolida un interesante patrimonio intelectual que será crucial para afrontar los retos del futuro.

El Patriarca es generoso y bondadoso, pero tiene un carácter fuerte. El rigor y la disciplina, también algo de suerte y habilidad son los secretos del éxito con el cual ha construido su negocio y conformado su familia.

Sin embargo a pesar de las solidas bases de su castillo, las estructuras pueden colapsar; son fuertes, pero frágiles en algunos momentos. Son propensas a constantes ataques, amenazas y peligros.

El Patriarca duerme poco, debe siempre tener un ojo abierto para velar por su negocio y por su familia, mantenerlos alejados de las amenazas del entorno.

No hay una sola tipología de patriarca, pero si rasgos comunes. También hay tipos de patriarca. El más exitoso de ellos es que que tiene la humildad para reconocer sus errores, la habilidad para corregir el rumbo y reinventarse y la grandeza para planear al futuro.